El proyecto se propone en forma de “L” siguiendo dos de los lindes: el bloque de aulas y servicios paralelo a la Calle Tarragona, orientado a este y el ala de administración y aulas de uso puntual a norte. Dadas las necesidades programáticas y para mejorar la relación de superficie construida y superficie de fachada, la edificación se resuelve en dos alturas: planta baja más una.

Optamos por una organización de poca altura que se adapta mejor a la escala de los niños, lo que atiende mejor a quién sirve y quién habitará estos espacios. Son, así, más amables, no sólo para el peatón que camina por la calle, sino también para los trabajadores y usuarios del centro que podrán estar en un espacio acogedor y agradable.

Todos los edificios se conectan por un porche que unifica visual y funcionalmente los diferentes volúmenes y permite el recorrido desde el acceso a la parcela hasta cualquier acceso del centro a cubierto y protegido de las inclemencias meteorológicas.

Por otro lado, el proyecto se desarrolla con el propósito de humanizar los espacios de forma que satisfagan las necesidades físicas y emocionales de sus usuarios, situándolos en el centro de la experiencia y de la arquitectura.