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El proyecto trata de explorar las posibilidades de los volúmenes masivos, tratándolos con dos texturas distintas, la piedra y el blanco. En un increíble entorno, desde donde en todos los lugares se puede ver el mar, la edificación hace una aproximación gradual a éste, cerrándose al acceso, y realizando determinadas aperturas para generar ventilaciones cruzadas, pero abriéndose por completo a las vistas al mar. El edificio se apoya en un volumen-zócalo de piedra, enclavado en el terreno, con aperturas en el lado este, dotando a las estancias inferiores de luz, ventilación y magníficas vistas. Sobre este zócalo se apoya el volumen de piedra del estar, materializado a través de un volumen blanco de dos alturas, situando en planta baja el acceso y cocina-living,y en planta primera la habitación principal, rematando el conjunto con un volumen a tres alturas que es el de las escaleras que comunica el zócalo con los diferentes cuerpos. Los espacios exteriores son tratados como parte de la casa, ya que la apertura de los volúmenes masivos al mar es total, conectando por completo el exterior con el interior, incluso en determinados casos como la ventana de la cocina, difuminándose la línea fronteriza, entrando en la composición global del edificio, haciendo que uno de los materiales de este proyecto sea el azul del mar Mediterráneo. Los materiales utilizados son, la piedra natural, los estucados blancos, la madera de olmo y el azul del mar de Denia.

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