La reforma contempla un cambio completo de la mentalidad de la vivienda, pues aunque está en una situación privilegiada, no se aprovecha de ella en su totalidad, sobre todo de la parte trasera, con unas imponentes vistas del castillo de Santa Bárbara, al cual le da la espalda. Del mismo modo ocurre con la fachada principal, con unas vistas privilegiadas sobre la playa del Postiguet, pero que tampoco aprovecha lo suficiente

Se demuele toda la tabiquería, realizando una nueva distribución mucho más diáfana y sencilla, dejando el salón completamente diáfano y conectándolo con la cocina en toda la amplitud de esta, con una gran cristalera que tiene su continuidad con otro gran ventanal en la fachada trasera, generando unos ejes visuales que conectan ambas fachadas en todo momento.

También se demuele toda la tabiquería que escondía a la escalera que conecta con la planta superior, pasando esta ahora a ser un eje vertical vital en la nueva vivienda, formalizándose incluso como una escultura desde todos sus ángulos. Esta sensación continúa en la planta superior, donde se demuele toda la tabiquería innecesaria y se abren grandes ventanales tanto a la terraza trasera como a la delantera, cambiando radicalmente la fisonomía de este espacio.

La gran terraza delantera también se remodela completamente pero de manera sencilla y discreta, pasando a ser un espacio exterior del cual resulta complicado irse.

En cuanto a los acabados, básicamente se resumen en el plano horizontal del suelo, realizado con madera oscura que compensa el blanco de paredes, techos y carpinterías, y que junto con la integración absoluta de toda la iluminación, se convierte en un espacio relajante y sencillo, ideal para apreciar toda la extensa obra de arte que posteriormente colocarán los propietarios.