El edificio se enclava en el entorno de la iglesia parroquial de Mutxamel, siendo una zona emblemática del municipio ya que allí se celebran actos religiosos o deportivos como el juego de pilota valenciana.
Se sustituye unas antiguas casas por una una nueva construcción de dos plantas que forma un bloque de viviendas con locales en planta baja; y una vivienda unifamiliar con acceso independiente.
Esta diferencia de alturas es debida al mantenimiento de la forma original de una de las viviendas, de la cual se rescatan los balcones de piedra, la cerrajería, las tejas de la cubierta y parte del pavimento. Todo ello para ser utilizado en el nuevo edificio.
Desde un principio se conciben los alzados como una piel que se integra en el entorno respetando los colores, materiales de la zona y formas verticales en la fenestración. Por lo contrario el interior intenta romper en todos los sentidos con el exterior para ello se utiliza un neutralismo cromático, sencillez casi monacal y una concepción contemporánea del espacio.
Entre estos dos mundos totalmente contra puestos, deslizan unas correderas de madera por el interior del muro, lo que intenta reforzar la idea del muro como piel.
El acceso al bloque de viviendas se trata como si fuese el de una casa señorial valenciana en la que todo vuelca al patio que es visible desde el exterior. Éste alberga un elemento verde emblemático del proyecto, se planta un olivo para recordar que allí había una antigua almazara.
El acceso a cada vivienda se concibe abierto al patio tamizado por una celosía metálica, lo que da una gran luminosidad y sensación de estar en un espacio mucho más grande del que realmente es.
Como se observa, se utilizan elementos clásicos de la arquitectura popular levantina pero concebidos de una forma totalmente contemporánea.