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Patrimonio hará monumento la torre del BBVA, de solo 36 años

El edificio, obra del arquitecto Javier Sáenz de Oiza, se inauguró en 1981

Esther Sánchez

La Comunidad declarará Bien de Interés Cultural, en la categoría de monumento, el edificio construido por el arquitecto Javier Sáenz de Oiza en el paseo de la Castellana 81, al que se conoce popularmente como torre BBVA, aunque el banco ya no es su dueño. Será la primera vez que se confiere el máximo grado de protección, según un informe al que ha tenido acceso EL PAÍS, para un inmueble construido en una época tan reciente: las obras comenzaron en 1975 y finalizaron en 1981.

Imagen de la torre BBVA en el Paseo de la Castellana
Imagen de la torre BBVA en el Paseo de la CastellanaDavid G. Folgueiras

Este imponente edificio de grandes cristaleras y esquinas redondeadas eleva su característica silueta oscura de 107 metros de altura y 37 plantas en el paseo de la Castellana, en pleno centro financiero de Madrid. Con 36 años, la torre, obra de Javier Sáenz de Oiza, fallecido en 2000, se va a convertir en el primer edificio de tan corta edad que ostentará la condición de Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de monumento, en la región.

Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio, explica que es fácil que los ciudadanos perciban los valores de un edificio “de estilo barroco o herreriano”. Pero este tipo de arquitectura contemporánea “de nivel altísimo no se valora ni se protege suficientemente”. Motivo por el que han iniciado un estudio para proteger las obras más significativas de grandes arquitectos de la segunda mitad del siglo XX como Saénz de Oiza, Miguel Fisac, Javier Carvajal, Alejandro de la Sota o José Antonio Corrales.

También se trata de evitar desastres como ocurrió hace poco cuando se demolió la Casa Guzmán, un proyecto clave del arquitecto Alejandro de la Sota y situado en Algete. O, en el año 2000, la desaparición de la Pagoda, obra emblemática de Miguel Fisac y edificio de enorme valor artístico. De esta forma, se inicia una puesta en valor de este tipo de arquitectura.

El edificio de Sáenz de Oiza cuenta con méritos de sobra para ostentar tal distinción, según explica Patrimonio. Es una obra singular por su original concepción estructural, sus proporciones extraídas de las teorías clásicas sobre la belleza y una acertada elección de los materiales. Y todo ello, “dentro de la más estricta modernidad para el momento de su construcción”.

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Sáenz de Oiza ganó el concurso restringido convocado en 1971 por el Banco de Bilbao, propietario de la parcela en el complejo AZCA, para levantar el edificio de sus oficinas centrales en Madrid con tipología de torre. El reto no era sencillo: la construcción debía salvar la bóveda del túnel del ferrocarril que recorre la Castellana entre las estaciones de Atocha y Chamartín.

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Oiza buscó, sobre todo, una respuesta estructural óptima, explican los técnicos de Patrimonio. Para ello, contó con la colaboración de los ingenieros Carlos Fernández Casado, Javier Manterola y Leonardo Fernández Troyano. El arquitecto trasladó todo el peso de la mole al terreno con dos potentes núcleos de hormigón situados a ambos lados del túnel del tren. El armazón central sostiene seis plataformas de hormigón pretensado y cada una soporta cinco pisos de estructura metálica.

Uno de los grandes aciertos del proyecto fue la elección de los materiales, indica el informe del Gobierno regional. El edificio está acabado en acero Corten (un material que se oxida en su cara exterior, al mismo tiempo que se protege frente a la corrosión atmosférica) y lunas tintadas en color bronce. La carpintería de aluminio queda oculta por las planchas de acero que se atornillan a los perfiles. También son características las pasarelas de mantenimiento que recorren todo el perímetro de la torre en cada uno de los niveles.

El entorno afectado, con una superficie de 3,97 hectáreas abarca también el viario perimetral del paseo de la Castellana, algunas calles interiores del complejo AZCA y una serie de parcelas cuya modificación podría afectar a la contemplación del BIC, cuyo exterior se ha mantenido “sin cambios aparentes, salvo en los logotipos corporativos”.

La marca del banco

En la actualidad, el inmueble está coronado por la marca del BBVA, a pesar de que el banco ya no su propietario. La entidad lo vendió a la inmobiliaria Gmp Property Socimi, S.A. Se convino entre ambas que la marca podía seguir en el edificio durante otros 25 años. Sin embargo, su interior sí se ha visto alterado de forma puntual. El cambio más grave, indica Patrimonio, se produjo en los espacios de espera de la entreplanta, que se convirtieron en zonas de trabajo.

La nueva propietaria emprendió en 2014 unas obras de conservación de la torre, según el proyecto del arquitecto Antonio Ruiz Barbarín, basándose en la documentación original de Sáenz de Oiza, “con absoluto respeto a sus intenciones”, indica Patrimonio. Hasta se han fabricado tornillos de cobre como los originales para sujetar el acero corten, que a lo largo de los años se habían sustituido por otros.

Edificio de oficinas en altura ejemplar

Arquitecto: Javier Sáenz de Oiza (Cáseda, Navarra 1918 — Madrid 2000). Premio Nacional de Arquitectura en 1946, se encuentra dentro de las figuras con mayor peso en la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX.

Torre BBVA: El edificio constitituye uno de los más importantes ejemplos de edificios de oficinas en altura de España. Antigua sede del Banco de Bilbao, su altura es de 107 metros y cuenta con una superficie construida de 46.686 metros en 37 plantas.

Estado actual: La fachada se ha mantenido sin cambios y el interior se está restaurando. Las obras se encuentran muy avanzadas y se prevé su finalización en 2018.

Materiales nobles: Exterior acristalado con lunas tintadas en color bronce y acero corten, material que se oxida en su cara exterior.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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