Entrevistamos a Paula Ferrando Julià, arquitecta alicantina del proyecto Multihábitat India para hablar de arquitectura y cooperación
Hace dos años que acabaste la carrera de arquitectura en la Universidad de Alicante, y tu trayectoria parece centrarse en ámbitos de la arquitectura que recuperan técnicas tradicionales, arquitectura para la cooperación, el activismo. Arquitectura muchas veces para la autoconstrucción o con medios mínimos. ¿De dónde surge este interés?
Bueno, creo que es una opción más dentro de todas las que hay. Es cierto que por circunstancias me he ido vinculando a este tipo de arquitectura (más austera), pero no descarto ninguna, desde la caña al hormigón, siempre que entienda que es adecuada al contexto y las necesidades. La innovación, la fantasía y las nuevas tecnologías son herramientas que tienen que intentar estar presentes siempre.
Hace 6 años viví en México durante un año, gracias a la beca de estudios NoEuropea de la UA, allí por casualidad me topé con un voluntario (que gestionaba la ONG Tu techo mexicano) para construir casas con BTC (bloque de tierra compactada). Como estudiante de arquitectura piensas que vas a ayudar mucho, y en realidad lo único que haces es aprender y darte cuenta de lo poco que sabes. Esto sumado al hecho de vivir el contexto mexicano de desequilibrios sociales y adquisitivos, marginación y luchas activistas te saca de tu realidad, y claro! en cierta manera te transforma.
Posteriormente, casi sin darme cuenta, he ido haciendo cursos de construcción con barro, con cañas, de derechos humanos, de voluntariado internacional … hasta hacer un PFC en el Kurdistán Turco. Me he ido vinculando a algunas ONG, pero no las veo con romanticismo. Son “empresas” que atienden a un sector de la población y a unas necesidades muy claras. El que no haya dinero o se cuente con recursos mínimos es otro factor dentro del proyecto. Esto hace que se busquen soluciones simples y óptimas mediante la creatividad y el ingenio. Se ha hecho siempre, y muchas veces lo hacen las propias personas que viven estas condiciones. Así que el aprendizaje siempre es mutuo.
Hay muchos arquitectos que se plantean trabajar en cooperación. ¿Cómo es trabajar en este ámbito?
Yo ciertamente no he “trabajado” en cooperación, he sido más bien voluntaria. El primer trabajo que se puede considerar como tal es el que estoy haciendo ahora, el de Multihábitat India. Lo que me gusta de él es que es autogestionado. Hemos estado en el proceso desde el inicio: ha sido promovido por dos mujeres indias, que tras estar en España de prácticas y conocer a Jose Milara (arquitecto, miembro del equipo), decidieron establecer las bases de un trabajo de habitabilidad básica donde ambas desarrollaran su perfil profesional. Somos cuatro españoles en el equipo, y cada uno tiene un papel, pero de momento sigue siendo un voluntariado y casi una inversión. Solo si alcanzamos el óptimo en la recaudación de fondos en Goteo sería un trabajo, y si alcanzamos el mínimo tendríamos un gasto cero y se podría editar e imprimir el manual, el recetario y la guía de la cultura india.
A la hora de establecer las bases del proyecto lo hacíamos en torno a unas reflexiones que derivaron en cuatro preguntas que estructuran al completo el contenido y la razón de ser de Multihábitat India.
Para aquellos que estén interesados en cooperación, pueden leer el libro de Jordi Raich, El espejismo humanitario, que además de hacerte reir mucho, te choca de frente con el mundo de las ONGs y los filántropos.
Parece que realmente trabajar en cooperación y tener una vida profesional económicamente holgada es incompatible. ¿Es realmente así?
Pues no lo sé, ya que no me dedico a la cooperación propiamente dicha. Creo que cada uno debería de hacer un autoexamen en cuanto a lo que significa ir “económicamente holgado”. Hay tablas que estipulan lo que debería de cobrar un expatriado, y la suma no está mal. Otra realidad es que los proyectos tengan fondos suficientes para poder pagarlos (las grandes fundaciones y ONGs sí lo hacen, son trabajos remunerados como cualquier otro). También es cierto que para mucha gente un trabajo de estas características es atractivo y seductor (para mí lo es). Pero es un arma de doble filo. Aparte de parecer que lo tengas que hacer sin ánimo de lucro, estás constantemente expuesto a preguntas a modo de examen. La conclusión es que tienes que estar bien informada de todo y tomar cada conversación como oportunidades para seguir descubriendo fortalezas y debilidades e ir conociendo otros puntos de vista sobre el tema.
Estás cursando un Máster en Cooperación. Los arquitectos recién egresados, ¿en qué ámbitos dirías que tienen más lagunas, a la hora de trabajar en proyectos de cooperación?
Creo que a la hora de hacer un análisis real de los problemas sociales, éste se nos escapa bastante. Hace falta tiempo para entender a la gente, conversaciones muy direccionadas, hacer muchas reuniones y no dejar nada a la intuición, separar los problemas y ver a qué ambito pertenecen, y tener claro aquello qué está dentro de tu área de conocimiento. En los otros se debe ser un mero intermediario.
En la formación como arquitecto te planteas problemas y unas necesidades en un contexto concreto, pero siempre acabas materializando algo, es importante el grafísmo y que la imagen sea seductora y consiga transmitir. En cooperación no, no se elaboran imágenes (al menos a priori), se necesitan muchas herramientas de análisis y diagnosis (tablas donde ordenar la información, técnicas de participación y evaluación) que nada tienen que ver con el Autocad.
Últimamente se está hablando mucho del arquitecto como mediador, de procesos participativos a la hora de enfrentarse al diseño arquitectónico, sobretodo en cuanto a gestión del espacio público. En un curso que ha hecho recientemente ASF en la zona norte de Alicante, vinieron Zuloark, a contar el caso de El campo de la cebada, y hablaban de lo que debería ser “un paso más allá ” con respecto de la autogestión. Éste consiste, según el colectivo madrileño, en que estos espacios estén gestionados de forma híbrida por la administración (un trabajador o varios: conserje, limpieza, etc) y por los vecinos. En cooperación este modelo es el que se ha llevado a cabo siempre: es lo que se llama el triángulo contractual de la intervención: institución - comunidad - profesional.
De todas formas, siento que mi relación hasta el momento con la cooperación (desde lo profesional y no desde el voluntariado) está más cerca de lo teórico que de lo práctico así que siento que tengo muchas lagunas, mucho que aprender y mucho que descubrir.
También has realizado cooperación en Alicante, con Arquitectos Sin Fronteras. En tu opinión, ¿cómo estamos en lo que se refiere a cooperación local en arquitectura?
He participado como voluntaria no como trabajadora, que es diferente, aunque hace tiempo que me he desvinculado bastante del grupo de cooperación local. No es incompatible, pero decidí centrarme en lo que estaba y está llevando a cabo Proyecto áSILO. Supongo que porque es una plataforma pequeña, donde había mucho por hacer y se podía escribir la manera en que se querían hacer las cosas, establecer las “reglas de juego” y empezar a experimentar diferentes maneras de trabajar y afrontar los trabajos. Y la verdad que está siendo un aprendizaje intenso y constante.
Hace unos años el grupo de cooperación local en ASF era un poco fluctuante, ahora creo que se ha estabilizado, y llevan dos años consiguiendo dinero para pagar a un técnico durante unos meses. Esto hace que el grupo coja fuerza y pueda involucrarse de una manera más seria y permanente. El curso que se lleva haciendo estos dos años en la Zona Norte son pequeñas acciones que van arraigando y tomando carácter. Ofrecen espacios de diálogo a los vecinos, profesionales y estudiantes del ámbito de la arquitectura y la ciudad y permiten al grupo local conocer de cerca las diferentes problemáticas, además de esatablecer redes entre las diferentes entidades y personas “clave” que trabajan o viven allí.
Varios de tus proyectos los desarrollas bajo el paraguas de Proyecto àSILO. ¿Podrías contarnos brevemente en qué consiste esta iniciativa y qué ventajas tiene esta forma de colaboración?
Proyecto àSILO es una asociación, pero en realidad es mucha gente trabajando por generar una mochila de conocimiento común y un posible futuro. La asociación en sí es una herramienta que puede dialogar y negociar con instituciones como la Universidad, o GRACE (ONG de la India).
A medida que vamos trabajando la infraestructura de Proyecto àSILO se amplia y complejiza. Hemos ido estableciendo unos modos de hacer comunes, una manera de organizar el trabajo con sus herrameintas y espacios virtuales y físicos, aunque todo siempre está en continua evolución y mejora. Ahora contamos con un gestor que nos ayuda a hacer la renta y nos resulve dudas burocráticas.
La idea es que siga evolucionando y que en el momento que necesite ser otra cosa, que sea capaz de transformarse, pero a día de hoy y teniendo en cuenta el entorno económico que nos rodea Proyecto àSILO sigue siendo una asociación. Como ventajas diría que es una figura legal que suma fuerzas y conocimientos.
Tu próxima aventura es en India en un proyecto que se financia a través del crowdfunding. ¿Cómo surge este proyecto?
Éste proyecto está motivado por Bharathy y Sashi, dos trabajadoras sociales de la India, que estuvieron en España con una beca de prácticas de empresa hace unos años, en Castura. Allí conocieron a Jose Milara (cofundador de la asociación) y empezaron a generar red. Bahrathi y Sashi como mujeres tienen una lucha social en la cultura India, viven en Bangalore (segunda ciudad más grande de la India, y con una industria tecnológica de referencia mundial), donde en los últimos años ha habido una inmigración creciente del campo a la ciudad en busca de trabajo. La gente llega y se asienta donde puede y generalmente se dedican a la recolección de basura, que venden para que sea reciclada. Todas estas ideas han estado fermentando desde hace unos años, hasta que Javi Gonzalez, estudiante de arquitectura de la Univeridad de Valencia consigue una beca de cooperación para ir a la India y terminar de cuadrar el proyecto junto con Baharati i Sashi y entonces empieza a ser una realidad.
El proyecto es totamente autogestionado: la ONG local (GRACE) trabaja en estos asentamientos informales, facilita la venta de la basura, da alimentación y alfabetización a niños menores de 8 años, dentro de sus objetivos también está el de mejorar las instalaciones y las viviendas de las diferentes areas en las que trabaja, aunque hasta el momento no lo ha podido llevar a cabo, y ahí es donde encontramos el punto de conexión. GRACE facilita un espacio de oficina y material de reciclaje susceptible de ser usado en construcción. Ésta es la clave del proyecto, desarrollar soluciones constructivas adecuadas con “basura” para la mejora del hábitat.
Ahora el proyecto se encuentra en la fase uno, es decir que se está haciendo un análisis y diagnosis exhaustivo junto con la comunidad de Thanisandra (área de actuación) para establecer unas prioridades y poder centrarse en una primera actuación.
Todo esto tiene unos costes, que realmente no son muy elevados por eso estamos haciendo una campaña en crowfunding para poder poner todo esto en marcha. Después la idea es a través de GRACE, conseguir dinero desde dentro de la India (la India es un país cuya economía ha ido subiendo un 8% en los últimos tres años, es un país estable y aunque hay una clase media aflorando sigue habiendo un elevado procentaje de probreza).
Hoy leía un artículo sobre el futuro de la cooperación donde habla de este “nuevo” estado de países emergentes donde convive el capitalismo atroz y la pobreza extrema.
¿Cómo enseñas arquitectura a alguien que no sabe leer?
Pues lo primero que se necesita son ganas de aprender. Si está esto, el resto no importa. La arquitectura y la construcción se comunican con dibujos e imágenes que son un lenguaje bastante común, así que si el lenguaje de la escritura no se conoce se recurre a otro, siempre hay alternativa.
Como referencia e inspiración tomamos un libro de construcción llamado El manual del arquitecto descalzo, que recoge como construir una casa desde cero en el entorno climatológico de Mexico y su contexto cultural.
Se habla de la importancia de poner el foco en los procesos del "final de la cadena" para que sean un "principio" en vez de un final: los de reutilización, reciclaje. ¿Qué esperas traer a Alicante cuando vuelvas de la India? ¿Qué hay que aprender de la arquitectura en entornos de gran carestía?
De la India volveré mucho más lista e inteligente, o eso espero (risas). En cuanto a qué traer, pues las ganas de seguir haciendo, ya sea en un camino más arquitectónico o más social, aunque sinceramente ojalá a la vuelta tenga la oportunidad de volcar e implementar los conocimientos adquiridos , en otro formato y contexto, pero en la ciudad de Alicante.
Para mí el primer aprendizaje es entender “la necesidad”, desnudarla y exponerse a ella. Es decir, ser sinceros con lo que realmente nos hace falta y lo que es un “lujo”. Aplicar esto a la arquitectura es interesante, pero creo que no hay que dejarse engañar por lo que pueda parecer, precisamente se trata de aportar dignidad y emoción a estos entornos. Mis sentimientos beben de referencias, más que de una experíencia propia profesional, como la experiencia del PREVI en Lima en 1967, o los proyectos recogidos en el libro Small Ideas Big Change, o las soluciones desarrolladas por Michel Raynols, la creatividad e ingenio de Solano Benítez, etc.
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