Los cinco millones de vecinos de la Comunidad Valenciana respiran aire contaminado en mayor o menor grado, según revela el Informe anual de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción, que concluye que la totalidad de la población estuvo expuesta a unos niveles de contaminación que superan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. El cambio climático traducido en las intensas olas de calor, el repunte del tráfico, el fraude en las emisiones de los automóviles y la apuesta por las energías sucias en detrimento de las renovables, figuran entre las causas de un problema que afecta a la salud de los ciudadanos pero también a los cultivos, bosques y espacios naturales.

En la provincia de Alicante los problemas puntuales de contaminación atmosférica los producen el intenso tráfico de vehículos, la emisión puntual de partículas en suspensión (graneles del Puerto) y la actividad industrial. Alicante, Elche y el eje Segura-Vinalopó son las zonas más afectadas, sobre todo por los altos niveles de ozono troposférico, un gas directamente relacionado con las olas de calor.

El informe elaborado por Ecologistas en Acción analiza los datos recogidos en 700 estaciones oficiales de medición instaladas en todo el Estado español, entre ellas 64 estaciones situadas en la Comunidad Valenciana. En el último año se ha producido, sin embargo, una reducción general de los niveles de contaminación de partículas en suspensión, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre, recuperando aparentemente la tendencia decreciente iniciada en 2008 con la crisis económica.

La contaminación generada en las áreas metropolitanas de València, Castellón, Alicante y Elche, en las autovías y autopistas, y las áreas industriales se extiende por el territorio afectando a zonas más alejadas y rurales en la forma de ozono troposférico.

El informe de Ecologistas en Acción toma como referencia los valores máximos de contaminación recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el objetivo a largo plazo para proteger la vegetación establecido por la Unión Europea. De acuerdo a esos niveles, el aire contaminado afectó en 2016 a la totalidad de la población y casi todo el territorio.

Si se toman los estándares de la normativa, más laxos que las recomendaciones de la OMS, la población que respiró aire contaminado por encima de los límites legales sería de 1,6 millones de habitantes en el área metropolitana de València y en el interior de las zonas Cervol-els Ports y en el eje Segura-Vinalopó. La superficie expuesta a niveles de contaminación que exceden de los legalmente permitidos para proteger los cultivos agrícolas y los ecosistemas naturales alcanzó los 17.500 km2, tres cuartas partes del territorio de la Comunidad Valenciana.

El ozono troposférico es el contaminante que presenta una mayor extensión y afección a la población, con unos niveles que se mantienen estacionarios o incluso al alza. Esto se debe al incremento de las temperaturas medias y de las situaciones meteorológicas extremas (olas de calor) durante el verano, como resultado del cambio climático. Durante 2016 sus niveles se mantuvieron por encima de los de 2014 y por debajo de los de 2015, de manera que toda la población y casi todo el territorio valencianos han seguido expuestos a concentraciones de ozono peligrosas para la salud humana y vegetal. Algo que para Miguel Ángel Ceballos, coordinador del informe, aumentará este año en que se han incrementado los episodios de olas de como el de esta semana.

El repunte del tráfico por carretera (el consumo de combustibles de automoción fue superior al de los cuatro años anteriores), el fraude en los sistemas de certificación de las emisiones de los automóviles, el aumento del consumo de electricidad (recuperando los niveles de 2008), y el abandono de las energías renovables explican también el empeoramiento de la calidad del aire.

Partículas desprendidas de la combustión de la gasolina y el gasoil en los tubos de escape de los automóviles, partículas emitidas por distintas actividades industriales y, por otro lado, otras que entran por el sur de España procedentes de masas de aire africano y el polvo que arrastran del desierto del Sahara están detrás de esta contaminación que afecta especialmente a niños, personas mayores y a los enfermos con problemas respiratorios y cardiovasculares.